El tabaco no es oriundo de Cuba. De acuerdo con los investigadores, hace unos 5000 años los indios de Sudamérica conocían los efectos de la hoja del tabaco, sobre todo sus efectos medicinales. Por ejemplo, los aborígenes del Amazonas, los aruacos de la cuenca del Orinoco y más al norte, los aztecas, lo usaron como antídoto contra el implacable veneno de las serpientes. Se estima que esta planta es originaria de la zona andina, cerca del lago Titicaca (Zona entre Bolivia y Perú), donde se le conocía quizás desde el año 3000 A.C. De la mano de los aruacos, por la emigración aborigen, llegó a la isla de Cuba.

Se dice que los aborígenes preparaban la planta de cinco maneras fundamentales: en zumo, polvo, pasta, humo y en tisana. Muchas veces la “fumaban” por la nariz, auxiliándose de un artefacto parecido a una cerbatana.

Aparte de fumarlo, el humo del tabaco fue adquiriendo para la cosmogonía aborigen una importancia significativa y su presencia en los ceremoniales y rituales religiosos fue aumentando. Los mayas y los aztecas fueron dos de las culturas más antiguas que vivieron en Centroamérica y México y usaban el tabaco. Los jeroglíficos (escritura representada por pinturas), jarros y vasijas de barro pintados por los mayas muestran gente fumando tabaco. Estas culturas usaban el tabaco para ahuyentar a los malos espíritus. Los aztecas hacían también sacrificios a sus dioses con tabaco. Con la llegada de los españoles a América se inició un proceso de transculturación que produjo enormes cambios en todos los órdenes. El tabaco se internacionalizó y se hizo de paso popular en varias etnias. La visión ritualista y mágica sobre el tabaco fue absorbida de un modo natural por los esclavos africanos, que eran traídos a Cuba a medida que los conquistadores españoles diezmaban y llevaban al exterminio a la población nativa. Aunque la esclavitud, los trabajos forzados y el maltrato agotaron con prisa a la población autóctona y la ritualidad indígena del tabaco duró tan poco como sus sostenedores, en ese breve tiempo los nuevos pobladores de Cuba, agobiados por la experiencia colonial, se acostumbraron a consultar con el behique (chamán) indio, y después con el babalawo. En ambas ocasiones estuvo presente el tabaco. En esta mezcla de religiones autóctonas, los negros esclavos y libertos aprendieron el uso del tabaco, sus hojas y humo como depurativo y vehículo de comunicación con sus espíritus ancestrales. El tabaco se fue introduciendo en los ritos a los Òrìşàs, incluso en los adivinatorios y más allá. Con el paso del tiempo se hace parte de la cultura religiosa africana que enraíza en Cuba y se diversifica en una suma de religiones o variantes de profunda raigambre.

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Published On: 10/10/2018Categories: Ceremonias Ifá, Cultura Yoruba, Elegguá, Èshù, Espiritísmo, Orishas, Osha

El tabaco no es oriundo de Cuba. De acuerdo con los investigadores, hace unos 5000 años los indios de Sudamérica conocían los efectos de la hoja del tabaco, sobre todo sus efectos medicinales. Por ejemplo, los aborígenes del Amazonas, los aruacos de la cuenca del Orinoco y más al norte, los aztecas, lo usaron como antídoto contra el implacable veneno de las serpientes. Se estima que esta planta es originaria de la zona andina, cerca del lago Titicaca (Zona entre Bolivia y Perú), donde se le conocía quizás desde el año 3000 A.C. De la mano de los aruacos, por la emigración aborigen, llegó a la isla de Cuba.

Se dice que los aborígenes preparaban la planta de cinco maneras fundamentales: en zumo, polvo, pasta, humo y en tisana. Muchas veces la “fumaban” por la nariz, auxiliándose de un artefacto parecido a una cerbatana.

Aparte de fumarlo, el humo del tabaco fue adquiriendo para la cosmogonía aborigen una importancia significativa y su presencia en los ceremoniales y rituales religiosos fue aumentando. Los mayas y los aztecas fueron dos de las culturas más antiguas que vivieron en Centroamérica y México y usaban el tabaco. Los jeroglíficos (escritura representada por pinturas), jarros y vasijas de barro pintados por los mayas muestran gente fumando tabaco. Estas culturas usaban el tabaco para ahuyentar a los malos espíritus. Los aztecas hacían también sacrificios a sus dioses con tabaco. Con la llegada de los españoles a América se inició un proceso de transculturación que produjo enormes cambios en todos los órdenes. El tabaco se internacionalizó y se hizo de paso popular en varias etnias. La visión ritualista y mágica sobre el tabaco fue absorbida de un modo natural por los esclavos africanos, que eran traídos a Cuba a medida que los conquistadores españoles diezmaban y llevaban al exterminio a la población nativa. Aunque la esclavitud, los trabajos forzados y el maltrato agotaron con prisa a la población autóctona y la ritualidad indígena del tabaco duró tan poco como sus sostenedores, en ese breve tiempo los nuevos pobladores de Cuba, agobiados por la experiencia colonial, se acostumbraron a consultar con el behique (chamán) indio, y después con el babalawo. En ambas ocasiones estuvo presente el tabaco. En esta mezcla de religiones autóctonas, los negros esclavos y libertos aprendieron el uso del tabaco, sus hojas y humo como depurativo y vehículo de comunicación con sus espíritus ancestrales. El tabaco se fue introduciendo en los ritos a los Òrìşàs, incluso en los adivinatorios y más allá. Con el paso del tiempo se hace parte de la cultura religiosa africana que enraíza en Cuba y se diversifica en una suma de religiones o variantes de profunda raigambre.

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Published On: 10/10/2018Categories: Ceremonias Ifá, Cultura Yoruba, Elegguá, Èshù, Espiritísmo, Orishas, Osha

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