Cuenta una historia Yorùbá del Odu Oyekún Pakioshé que al principio de los tiempos Olorun, el sol, y Osupa, la luna, tuvieron el deseo de crear a los hombres y a las mujeres, el obetivo una vez que fueron creados era que se sumergieran en la contemplación de las salidas y las puestas de sol, se alegraran ante la belleza de la luna, los valles, los ríos, que admiraran en toda su magnitud todo aquello que podían contemplar ante sus ojos y además que disfrutaran del cariño y el amor que se podían profesar los unos a los otros, al principio ellos se sentían parte de tanta belleza y se sentían conectados con el universo y con toda la creación. Con el tiempo a pesar de todo esto empezaron a sentirse solos. Así que hicieron un pacto, el sol, la luna, las mujeres y los hombres, el gran pacto de la procreación. A partir de ese momento ellos no estarían solos, ellos tendrían descendencia, pero también tendrían que morir para que hubiese nueva vida en la tierra. Entonces se decretó que todo ser vivo tendría su tiempo en la tierra.
Todo lo que nace tiene que morir.
La contemplación es necesaria en nuestras vidas, esa introspección nos sumerge en el interior de nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestra propia conciencia, nuestra naturaleza y sobre el ciclo eterno de la vida y la muerte. La muerte es tan necesaria como la propia vida. Los que dejan este mundo siguen con nosotros siempre que seamos capaces de recordarlos.
Dedicado para tod@s l@s que han experimentado alguna perdida en estos tiempos a veces tan difíciles.
Oyekún Pakioshé
La contemplación es necesaria en nuestras vidas, esa introspección nos sumerge en el interior de nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestra propia conciencia, nuestra naturaleza y sobre el ciclo eterno de la vida y la muerte.
Comparte si te gusta lo que has leido
Cuenta una historia Yorùbá del Odu Oyekún Pakioshé que al principio de los tiempos Olorun, el sol, y Osupa, la luna, tuvieron el deseo de crear a los hombres y a las mujeres, el obetivo una vez que fueron creados era que se sumergieran en la contemplación de las salidas y las puestas de sol, se alegraran ante la belleza de la luna, los valles, los ríos, que admiraran en toda su magnitud todo aquello que podían contemplar ante sus ojos y además que disfrutaran del cariño y el amor que se podían profesar los unos a los otros, al principio ellos se sentían parte de tanta belleza y se sentían conectados con el universo y con toda la creación. Con el tiempo a pesar de todo esto empezaron a sentirse solos. Así que hicieron un pacto, el sol, la luna, las mujeres y los hombres, el gran pacto de la procreación. A partir de ese momento ellos no estarían solos, ellos tendrían descendencia, pero también tendrían que morir para que hubiese nueva vida en la tierra. Entonces se decretó que todo ser vivo tendría su tiempo en la tierra.
Todo lo que nace tiene que morir.
La contemplación es necesaria en nuestras vidas, esa introspección nos sumerge en el interior de nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestra propia conciencia, nuestra naturaleza y sobre el ciclo eterno de la vida y la muerte. La muerte es tan necesaria como la propia vida. Los que dejan este mundo siguen con nosotros siempre que seamos capaces de recordarlos.
Dedicado para tod@s l@s que han experimentado alguna perdida en estos tiempos a veces tan difíciles.
Oyekún Pakioshé
La contemplación es necesaria en nuestras vidas, esa introspección nos sumerge en el interior de nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestra propia conciencia, nuestra naturaleza y sobre el ciclo eterno de la vida y la muerte.