La puerta de la prosperidad está en nuestra conexión con Orí. Òrúnmìlà nos explica que para encontrar la verdadera prosperidad debemos buscar el desarrollo espiritual. Si no existe un desarrollo espiritual elevado y una comprensión de nuestra verdadera naturaleza como personas es difícil que sepamos ver y disfrutar de la prosperidad, ya que muchas veces tenemos en nuestro entorno cercano aquellas herramientas que nos conducen a la prosperidad sin necesidad de distanciarnos mucho, pero la mayoría de las veces no nos damos cuenta que están ahí.
Cuenta el Odu de Ifá Òbàrà Kòsó que en cierto momento Òrúnmìlà mantenía una conversación con sus seguidores y este les preguntaba con quién nos debíamos regocijar en la vida, con quién deberíamos tener especial atención. Hubo muchas respuestas y se propusieron muchos Orishas e incluso a muchas personas para este cometido, más sin embargo Òrúnmìlà rechazó todas las propuestas diciendo: Nuestra propia cabeza y nuestro ángel de la guarda nunca nos abandonarán ni dejarán de guiarnos en la tierra, ahí está la clave de nuestra prosperidad.
Cuando nos conocemos a nosotros mismos y desarrollamos nuestro intelecto abrimos las puertas de la prosperidad. Hacemos que sea posible que las bendiciones lleguen a nosotros.
Òbàrà Kòsó - Ọ̀rúnmìlà lamenta que la naturaleza humana no se rehabilite
En un diálogo con sus seguidores, Ọ̀rúnmìlà dijo al postrado Òbàrà.
Yo repliqué que era una persona agradable con quien se podía regocijar la vida.
Ọ̀rúnmìlà preguntó, ¿quién es la buena persona con quien se puede regocijar la vida?
Yo dije es Ògún, pero Ọ̀rúnmìlà rechazó a Ògún
Yo le sugerí a Olota de Adu, a Rin Rin de Owó u Ose de Imagbon.
Ọ̀rúnmìlà se quedó callado.
Entonces le sugerí a las Doscientas divinidades para regocijar la vida. Pero el de nuevo las rechazó.
Entonces yo le pregunté a Ọ̀rúnmìlà por la persona ideal.
El finalmente replicó que solamente: La cabeza de uno y su Ángel de la Guarda, son quienes no lo abandonan o dejan de guiar a uno en la tierra.
El sacerdote preguntó entonces por el sacrificio, él explicó que requería una libra de ñames con sopa de Egusi preparada con aceite de pescado. Por eso Ọ̀rúnmìlà canta:
Oro Yi Ko Kan Ògún, Osi Kan Òrìsà
Oro Yi Ko Kan Ògún, Osi Kan Òrìsà
Elédáà Eni Ni Oro Yi Kan.
La materia no afecta a Ògún, o a Òrìṣà.
Esto sólo se refiere al Ángel de la Guarda de cada uno de nosotros.
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La puerta de la prosperidad está en nuestra conexión con Orí. Òrúnmìlà nos explica que para encontrar la verdadera prosperidad debemos buscar el desarrollo espiritual. Si no existe un desarrollo espiritual elevado y una comprensión de nuestra verdadera naturaleza como personas es difícil que sepamos ver y disfrutar de la prosperidad, ya que muchas veces tenemos en nuestro entorno cercano aquellas herramientas que nos conducen a la prosperidad sin necesidad de distanciarnos mucho, pero la mayoría de las veces no nos damos cuenta que están ahí.
Cuenta el Odu de Ifá Òbàrà Kòsó que en cierto momento Òrúnmìlà mantenía una conversación con sus seguidores y este les preguntaba con quién nos debíamos regocijar en la vida, con quién deberíamos tener especial atención. Hubo muchas respuestas y se propusieron muchos Orishas e incluso a muchas personas para este cometido, más sin embargo Òrúnmìlà rechazó todas las propuestas diciendo: Nuestra propia cabeza y nuestro ángel de la guarda nunca nos abandonarán ni dejarán de guiarnos en la tierra, ahí está la clave de nuestra prosperidad.
Cuando nos conocemos a nosotros mismos y desarrollamos nuestro intelecto abrimos las puertas de la prosperidad. Hacemos que sea posible que las bendiciones lleguen a nosotros.
Òbàrà Kòsó - Ọ̀rúnmìlà lamenta que la naturaleza humana no se rehabilite
En un diálogo con sus seguidores, Ọ̀rúnmìlà dijo al postrado Òbàrà.
Yo repliqué que era una persona agradable con quien se podía regocijar la vida.
Ọ̀rúnmìlà preguntó, ¿quién es la buena persona con quien se puede regocijar la vida?
Yo dije es Ògún, pero Ọ̀rúnmìlà rechazó a Ògún
Yo le sugerí a Olota de Adu, a Rin Rin de Owó u Ose de Imagbon.
Ọ̀rúnmìlà se quedó callado.
Entonces le sugerí a las Doscientas divinidades para regocijar la vida. Pero el de nuevo las rechazó.
Entonces yo le pregunté a Ọ̀rúnmìlà por la persona ideal.
El finalmente replicó que solamente: La cabeza de uno y su Ángel de la Guarda, son quienes no lo abandonan o dejan de guiar a uno en la tierra.
El sacerdote preguntó entonces por el sacrificio, él explicó que requería una libra de ñames con sopa de Egusi preparada con aceite de pescado. Por eso Ọ̀rúnmìlà canta:
Oro Yi Ko Kan Ògún, Osi Kan Òrìsà
Oro Yi Ko Kan Ògún, Osi Kan Òrìsà
Elédáà Eni Ni Oro Yi Kan.
La materia no afecta a Ògún, o a Òrìṣà.
Esto sólo se refiere al Ángel de la Guarda de cada uno de nosotros.